*A CÉSAR VALLEJO
ENFERMEDAD VITAL
Como horribles batracios a la atmósfera,
suben visajes lúgubres al labio.
Por el Sahara azul de la Sustancia
camina un verso gris, un dromedario.
CÉSAR VALLEJO
Tú naciste, César, cuando Dios enfermaba.
Un descuido muy grande promovió tu nacencia.
Estabas atrapado en la imposibilidad de ser,
cuando, de pronto, de improviso,
te diste a la tarea de entender la existencia
y tu misión fue infinita presencia,
basta paciencia de poetas, anclados,
atorados por siempre en el ser permanente.
¡La tumba es todavía
un sexo de mujer que atrae al hombre!
CESAR VALLEJO
Tu sexo te entregó culpas ajenas,
y placer inmenso; tu sexo, César, fue
nido de bromas entre tus amigos
y mucha ventura entre tus amadas.
La culpa te siguió, como ave sin nido,
de árbol en árbol, y en el árbol hiciste
madero para tu amada en turno,
dulce madero; pese a la amarga existencia,
dulce madero, que hizo crecer la paciencia…
Todos saben que vivo,
que mastico... y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de ferétro…
César Vallejo
Qué manera de amar a la muerte en la vida;
qué manera de ser un féretro futuro
con cada poema y con cada mirada;
qué manera de ser amargo acíbar
en la amarga vida; y todo por amor,
por amor a la muerte, a la siempre difunta
promesa de futuro…
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