A
CARLOS MONSIVÁIS (1938-2010)
Mi querido Carlos,
aquí estoy, ante tí,
otra vez,
como cuando,
en las tempranuras
de mi adolescencia,
te entrevisté
en tu casa de La Portales.
Te veo yerto,
y no te creo.
No te creo muerto,
porque estás más
vivo que nunca
en la conciencia de
nuestro tambaleante pueblo,
que está siempre a punto
de morir
pero parece eterno.
Atento está
el pueblo
ante tu féretro;
y tú eres todo
menos la solemnidad,
que odiabas
y de ella hacías parodias.
El pueblo
aunque no te guste
es solemne:
y en esa pose está
ante tu féretro.
Está más claro que nunca
que son más los que te reconocen
que los que alguna vez te leímos.
Pero esa pasa a una segunda parte,
no cobra relevancia, me dirías:
y te imagino,
rodeado de gran cantidad de gatos,
como acostumbrabas,
dispuesto a la eternidad.
Luego sabremos:
tú adquiriste
de cada uno de tus gatos
sus siete vidas;
por eso es pasado
a la eternidad...
tan de repente...
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