Sales como si nada sucediera
cuando amanece
Te escondes tras los destellos
del sol
y en la bruma interna
de tu persona
Arrastras la cobija
y el cuerpo del delito
tu cuerpo
A tanto haberlo habitado
te dices
se ha vuelto sombra raída
luz destroncada
húmeda soledad
viscosa compañía
adjetivo de tercera mano
Transcurre el día
te escurres entre sus horas
y minutos
y segundos
quieres volcarlo todo
para qué
te preguntas
y no tienes respuesta
y te sorprende la noche
más vago
aún más desprendido de todo
que cuando amanece
En la noche te topas contigo
de frente
cara a cara
y te tocas y no te reconoces
adivinas acaso
quién ese ese que te habla
siempre en prima persona
Callas
y no te atreves a salir
cierras puertas ventanas
de las habitaciones
que te conforman
Eres casa vacía
llena de ruidos
y te inventas fantasmas
que moren tus estancias
Te confundes
no sabes bien a bien por qué
pero te sienta
ser ruido o fantasma
ya no tú
casa deshabitada
Todo es irremediable
te anuncias
te repites
das vuelta a la rueca
y la única palabra
fatalidad
acomoda a la vuelta y vuelta
irremediable
te reiteras
La nada está contigo
en noche calurosa
piel a piel
en ese sofocante momento
compartiendo sudores
y delirios
Tu hermana
añorada
inevitable
desde un rincón sonríe
Sabes bien que amanece
y esa rueda
trituradora
de sueños
continúa su vuelta
Otra vez:
sales como si nada sucediera
cuando amanece
te escondes tras los destellos
del sol
y en la bruma intensa
de tu persona
*Del libro Surco de palabras,
1984. Centro Toluqueño de Escritores,
colección becarios.
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