jueves, 18 de junio de 2015

BETO BROM, DE ISRAEL, ENTREVISTA A BENJAMÍN ARAUJO, DE MÉXICO


Que gustazo recibirte, amigazo, adelante,,,adelante,,,estás entre amigos, y es por ello que aprovecho la oportunidad para conocer algo más sobre tu interesante persona, como por ejemplo saber tu opinión sobre...
-*Poeta o pintor, ¿cuál es más sincero?
-Pienso, contestando intempestivamente, que ninguno de los dos. Porque ambos son artistas. Si son sinceros, no obstante, pueden seguir siéndolo, a condición de que no sea en detrimento de su obra. La sinceridad no es un parámetro para medir a ninguna de esas actividades artísticas. No es un parámetro estético. La verdad, por ejemplo, no fue la razón de ser de Dalí o de Borges; sí, en cambio, lo fue para Picasso y Machado. En este último caso sin detrimento de su obra. Fueron buenos artistas a pesar de su sinceridad, no a partir de ella. 

*¿Qué defectos te inspiran más indulgencia? 
-La pobreza material. Nunca la pobreza espiritual. La pobreza material me inspira más indulgencia porque no es causada por el pobre, las más de las veces. Generalmente, aunque hay excepciones, el pobre lo es, pese a sus cualidades personales, aún esforzándose en impedirlo.
Otros defectos que me inspiran indulgencia es la irascibilidad. Pues suelen ser múltiples las causas. Generalmente causada por agentes externos a la persona. Aunque en múltiples ocasiones las causas de ella se localizan en el interior de la misma; pero suele suceder, en estos últimos casos, que la persona es la última en saberlo o sospecharlo.

 *¿Qué te motiva a exponer tu obra?
-Esto es lo más apasionante de contestar. Me motiva a exponer mi obra, en primer lugar, porque no sólo escribo para mí, sino fundamentalmente para los demás, para los otros. No comprendo a aquellos que aseveran no interesarse en la gente cuando hacen su obra, y sin embargo se exponen a publicarla o a hacerla pública. Me parece una contradicción. Sin embargo, cuando escribo, no estoy obsesionado por dirigirlas a un sector en particular. Sino que dejo que el impulso creativo salga y se manifieste: para bien o para mal. Pero resulta para mí, muy importante, diría yo fundamental, la exposición a la crítica, comenzando por la autocrítica que debe ser mordaz y cabal.
Cabe hacer notar que en los múltiples blogs literarios en los que participo, la mayor parte de ellos internacionales –pues esta es una cualidad de nuestro mundo globalizado-, la crítica suele estar casi ausente y, cuando aparece, suele crear conflictos que denotan la falta de praxis de la misma. La crítica, insisto, es muy saludable pues se corre el riesgo de convertir dichos foros en tribunas de “alabanza mutua”.

*La lluvia golpea sobre tu ventana...¿Qué piensas?
-Lo primero: ¿quién será?, ¿qué querrá?, ¿a qué viene?...
Lo segundo: ¡Qué aguacero tan más fuerte, seguramente es asunto del cambio climático…
Lo tercero: ¿Cómo se estrelló esa enorme águila en mi ventanal a diez metros de altura? Pobre ave; ¿habrá muerto?; ¿de qué especie será o era?
Lo cuarto: Ese gnomo algo me quiere comunicar. Le abriré. Le abro y aparece un auténtico programa electrónico para comunicarme mentalmente con todos los amigos y parientes, incluso con los amigos virtuales. Pero se trata de una comunicación mental en la que resulta imposible encontrar secretos. Fascinante situación, pienso: esto puede crear serios conflictos internacionales. De ahí que resulte inminente la extinción de nuestro caótico planeta Tierra.
No obstante, el gnomo me asevera que hay otros mundos, en otras dimensiones, y en otros planetas. ¿Por qué habríamos de ser la única especie con vida inteligente? ¿Por qué el único planeta con supuesta civilización?, me digo.
De ese golpe en la ventana habrán de desprenderse historias, cuentos, novelas fantásticas, poemas y crónicas desde mi dimensión humana.
El gnomo, me digo: me ha dejado tarea para rato y de inmediato me pongo a escribir. Interrumpo mi tarea para contestar un cuestionario que Norberto Brom, mi amigo virtual de Israel, me ha enviado y dejé pendiente…
¡Shalom!

 *¿Con quién desearías cenar?
-Con Brigitte Bardot o con Claudia Cardinale; o acaso con Marylin Monroe.
Pero pensándolo bien con Marguerite Duras o con Sor Juana Inés de la Cruz; serían cenas con un contenido apasionante, aunque en los primeros casos la pasión sería más atractivo sexual que intelectual.
No descarto tener, como imaginación desatada, una cena con Moisés, o con Alberto Einstein; acaso con Emmanuel Kant o con Tomas Moro.
Pero ya cayendo en la realidad. Me gustaría cenar con mi entrevistador, Norberto. Ya fuera en México o en Israel. En todo caso, la cuenta sería a cargo del dueño de casa. ¿Qué te parece?
 *¿Fue difícil abrirse paso como escritor en un principio?
-Por lo menos en mi caso ser escritor, todos los días estar comenzando. Al momento no he logrado nada pese a poder publicar ya diez libros. Diario se inicia. Todos los días se debe uno abrir paso. No debe uno envanecerse. Sería como subirse a un ladrillo y creer que se ha llegado muy, muy alto.
En la autocrítica la humildad es sumamente importante, imprescindible. De otro modo se corre el riesgo de perder el piso y no saber medir la realidad de la dimensión propia.
Paso a relatar cómo me inicié. Era yo un niño, en mi ciudad natal, capital del Estado de México, cuando corrida la década de los años 50’s del siglo pasado –pues yo nací el jueves 31 de marzo de 1949, en casa; auxiliada mi madre por una partera, pues aún no se estilaba ir a parir a un sanatorio o clínica-, viví algo que me marcó de por vida.
Mi abuela paterna, Dolores Iniesta viuda de Araujo, organizaba, domingo a domingo, tertulias interesantes. En esas comidas sus principales invitados eran, por un lado, Don Ernesto De la Peña, un hombre sabio que hasta hace pocos años logró dimensiones y resonancias nacionales, pues murió hace cuando mucho tres años; y por la otra, el poeta Don Heriberto Enríquez.
Don Ernesto llegaba a Toluca procedente de la ciudad de México, a 64 kilómetros de Toluca. Mientras Don Heriberto, oriundo de Toluca, llegaba a la casa de mi abuela desde la suya, enclavada a dos cuadras a la casa de Doña Dolores, donde por cierto nació mi padre.
A esas comidas muy frecuentemente asistía yo, con mis padres y mis hermanas. Mientras mis hermanas comían rápidamente para poderse ir a juguetear al patio, yo me quedaba atento escuchando lo que hablaban Don Heriberto y Don Ernesto. Cosas siempre sabias pero contadas con gran gozo, buen ritmo y enorme buen ánimo.
Como Don Ernesto vivía en la ciudad de México y Don Heriberto a dos cuadras de la casa de la abuela, cuando nos fuimos a vivir en esa enorme casa de la abuela se me hizo fácil proponer a mis padres que me permitieran visitar al Poeta. Asunto al que accedieron luego de consultarlo con él y de condicionarme a que, “si haces la tarea escolar…tienes el permiso de asistir a visitar al maestro Enrriquitos…” –que es como se le conocía en una flaca población toluqueña de esa época, a uno de los más importantes catedráticos del entonces Instituto Científico y Literario de Toluca, hoy convertido –desde 1956- en flamante Universidad Autónoma del Estado de México.
Le visité muchas veces durante años; primero una o dos veces por semana; después casi a diario. Según yo iba “a platicar con el poeta Heriberto Enríquez”. La realidad es que iba prácticamente a escucharle, a tener el privilegio de tomar clases privadas con una figura de la literatura regional que, hay que decirlo, nunca rebasó esos límites geográficos su fama y nombre.
Ahí, precisamente ahí, me nació la temprana vocación por la poesía. Y por la literatura en general.
Retomo la pregunta inicial, desde entonces que tenía ocho años hasta ahora, a mis 66 años cumplidos: todos los días inicio mi camino en las letras.

*¿Existe o no la inspiración?
-Soy un convencido de que la inspiración a la manera como la entendían los escritores del romanticismo del siglo XIX, es un mito inventado por ellos mismos. La inspiración entendida como una especie de arrebato celestial o extraterrenal, que lleva al autor a una especie de nube creativa: esa dama no existe.
Existe sí, la inspiración como una suerte de trabajo forzado, compuesto por una gran cantidad de lecturas y lecturas y otra cantidad enorme también de escritura y escritura. Más que en la inspiración, creo en el trabajo.
Sin embargo soy un convencido de que hay momentos importantes para crear. Y que esos ambientes pueden irse creando en la medida que vayamos conociendo qué provoca los estados más óptimos para escribir. Algunos llaman a eso “inspiración”. En eso sí creo. Y lo he vivido.
Hay ciertos estados personales de plenitud que provocan la posibilidad de crear.   
Pero no hay reglas universales. Cada caso es único. Esa es la maravilla de nuestro estado humano. No creo, en definitiva, en las recetas. La creación en general no puede meterse en cartabones ya establecidos, aunque los soportes académicos no sólo ayudan sino que son indispensables para crecer y ser, en el campo en el que estemos.

*¿En qué sitio te sientes cómodo para escribir?
-Simple y llanamente frente al ordenador o computadora. Eso desde hace más de quince años en que pasé de la máquina de escribir a este aparato electrónico, y que llegué a él de la escribanía a mano, hacía manuscritos, pero fui perdiendo la práctica.
Pese a lo cual he de reconocer, por un algo que no logró descifrar: que envidio a quienes todavía escriben a mano.

*¿Es parte del mundo la poesía?
-Acaso esta pregunta, estimado Beto, es la más importante del cuestionario que has elaborado para mí. Podría ocupar tantas cuartillas que podría ser tema de un libro. Y aún así el tema no se agotaría. Pero entiendo que debo ser breve e ir al grano. Y eso intentaré hacer en el menor número de párrafos posible.
La poesía no sólo es parte del mundo. Sino que nuestro mundo no sería tal sin la poesía, definitivamente.
Alguien dijo por ahí que la poesía no sirve para nada. Yo no lo creo. Me parece abominable tal predicado. La poesía hace al mundo ser tal: sin ella sobrevendría el caos. Resulta la conciencia del mundo. Resulta oxígeno para la humanidad en un mundo lleno de contaminante fatalidad. Es paz en un universo en guerra. Es oración para salvarnos del mal. Es síntesis de sapiencia. Es aspirina para todos los dolores de cabeza mundial.
La poesía es el mundo verdadero.

*¿Cuál es tu mayor debilidad? 
-El desorden. Mi falta de método para escribir. Vivo en medio del caos de letras. Me provoca incluso pesadillas tal estado de cosas. He intentado luchar contra ese caos, pero me habita, como que a veces parece inherente a mí ser.
Esa es mi mayor debilidad; aunque ciertamente que reconozco no es la única debilidad. Soy un hombre lleno de defectos. Pero trato en algunos casos con éxito de vencerlos. Lucho todos los días. En términos generales vencido por mi humanidad personal. Es una pena y hasta un poco de cinismo reconocerlo en público de ese modo. Perdón por el streap tease.
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Ha sido muy grato conversar contigo.
Gracias.
Benjamin
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Que lujo!! verdaderamente un Señor Escritor.
Desde mi Israel hasta tu México envío un inmenso abrazón.
Shalom

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