viernes, 10 de junio de 2016

SUERTE PLACENTERA, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón


SUERTE PLACENTERA
Con la muerte he vivido
una suerte placentera;
siempre cerca de mi
pero sin habitarme;
he visto escapar de
mis manos a mi abuela
Dolores, la madre de
mi padre; a la tía Carlota
Iniesta, hermana de mi
abuela y que viuda
vivió muchos años
con su hermana y
sobrinas...solteras siempre.
Luego viví la muerte trágica
-¿alguna muerte no lo es?-
de mis abuelos maternos,
Teodoro y Elodia, en ese
órden: sexagenarios ambos
plenos de salud e ilusiones;
él, en accidente carretero
en Ciudad del Carmen, Campeche,
en el bello sureste mexicano;
ella, en casa, en Lomas Altas,
el día que se disponía a ir a
una misa fúnebre de Teodoro,
cayó por las escalas del recuerdo
mientras daba alimento a sus canarios...
Más tarde fue Carlos, mi hermano,
en accidente carretero también
-trágico sino- y más delante 
Adolfo, mi padre, y mi madre,
Guadalupe...trágica fue asimismo
la muerte de un nieto recién nacido
pero como no había huella existencial
pasó el dolor...y sólo una vez yo
fuí amenazado de manera directa
con mi infarto cerebral, supe luego,
me tuvo al borde ¡pero nunca lo supe!
...y, muy recientemente, la muerte de
mi hermano Arturo, once años menor
que yo: murió de infarto...y tan, tan...
un dolor en el alma queda como recuerdo.
Muchas han sido, sin duda, las ausencias
de amigos, muchas las causas, divergentes
las formas. La muerte suele ser una artista
en ésto de llevarse a los seres queridos;
nunca repite formas; original su apuesta
es en todo momento, siempre ese sello
le cuadra y le acomoda; pero llevo, pese
a todo, una suerte placentera con ella
pues cuando llegue el momento señalado
por Él, preparado estaré; creo que ya estoy...
...pero puedo entretanto concluir mi relación
con ella ¡¡¡siempre ha sido placentera!!!

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