Observo a mi derredor;
no hay enemigo delante,
ni detrás:
es mi conciencia hostíl que me fatiga...
Tomo tu mano,
miro tus piernas
y tengo sed de tí;
soy el perseguido de mi mismo
que no descansa en paz
hasta estar en tu regaso...
Miro, lentamente miro;
observo con detenimiento:
el tiempo vuela,
corre de prisa,
¿alguien lo persigue?
Somos nosotros
que detonamos la paz
del mediodía por el infierno
de los amaneceres.
Me quedo con la noche;
reposo en tu mirada,
tocando tu piel
¡soy eterno!
No hay comentarios:
Publicar un comentario